Lo reconozco, aquellas noches me marcaron. Aquellas noches en que un buen puñado de locos subíamos a tu barco y nos dejábamos guiar por la luz de tu faro. Eras nuestro referente, ponías voz a pensamientos que a la luz del día éramos incapaces de reconocer que teníamos, la mayoría de veces por cobardía, ya sabes cuan cruel es, a veces, este mundo con los "raros". Era una bendita rutina prender cada día la radio y encontrar tu voz y todo lo que nos contabas. Parecías adivinar en que momento necesitábamos tal o cual poema, aquella o esta canción, cuando tenías que hacernos sonreír con un cuento, o cuando reflexionar con un texto. Eras confidente de cuanto nos sucedía, y en ocasiones nosotros supimos de dolorosas circunstancias que te rondaron, que sentimos como nuestras, pero que no te hundieron. Y a fe que lo intentaron. Nunca te callaste ante las injusticias, aunque a los de arriba les rechinaran los dientes. Eras, eres, fiel con tus ideas, tus principios. Unos principios que para algunos parecen desfasados pero que nos inculcaste cada noche y que nos hicieron mejores personas. Nos hacías conocer temas que muchos otros medios silenciaban, querías enseñarnos todo, bueno o malo. No dudaste en elevar tu voz, y a la par las nuestras, contra el maltrato, contra la guerra, contra la desigualdad, contra las injusticias... Nos hiciste ver que no hay que mirar nunca hacia otro lado, que todo nos tiene que importar aunque pase a kilómetros de nosotros. Contigo la palabra frontera dejaba de existir. Paliaste muchas soledades, consolaste muchos llantos, provocaste autenticas carcajadas revestidas de ternura, hiciste crecer a algunos, pensar a muchos mas, cambiaste mentalidades y nunca buscaste reconocimiento. Es más, se te notaba cierta vergüenza cuando alguien elevaba a oídos de todos alabanzas dirigidas a ti. Nunca llegaras a ser consciente del mucho que bien que hiciste, que sigues haciendo. Puede que algunos ya no podamos oírte cada noche, pero tus enseñanzas, tus maneras, tus códigos, siguen con nosotros. Lo tenemos grabados como un tatuaje que exhibimos muy orgullosos. Nos contagiaste el percance de ser buena gente, de tener por bandera a la sensibilidad, y eso, en tiempos como los que corren, es de alabar y agradecer.
Te seguimos, ¿sabes? te escuchamos. Aunque reduzcan la navegación de cuatro horas a cinco minutos seguimos a bordo contigo, con la misma intensidad de siempre. Porque tú en unos minutos trasmites cosas que otros, en tres horas, no pueden ni imaginar. Porque eres así, los que te conocemos lo sabemos y celebramos. Y ellos también lo saben y, por dentro, se mueren de envidia
Estamos deseando volver a navegar A solas contigo por el Océano Pacífico, por el Mare Nostrum o por donde sea..si tú estas al timón Capitana
lunes, 23 de junio de 2008
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